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Lira de Orfeo

Apolo regaló una lira de siete cuerdas a Orfeo, hijo del rey tracio Eagro y de la Musa Calíope y el mejor y más famoso de los poetas y músicos de toda la mitología griega. En honor a las Musas, él aumentó el número de cuerdas hasta nueve, por lo que algunos convienen en que fue el inventor de la cítara. El sonido de su música y la delicadeza de su voz eran capaces no sólo de amansar a las fieras sino también de hacer danzar a los árboles e incluso a las habitualmente imperturbables rocas.

Durante el viaje a la Cólquide en busca del Vellocino de oro, la música de Orfeo marcaba el ritmo a los remeros de la nave Argo, haciendo innecesaria la percusión rítmica del tambor o los habituales latigazos a los “galeotes”. Además, ensimismados con su música, los argonautas no prestaron atención al canto de las sirenas quienes, despechadas, decidieron suicidarse. Incluso era capaz de calmar las tempestades, como lo hacía el mismísimo Posidón con su carro.

Cuando Orfeo descendió a los infiernos en busca de su esposa Eurídice-muerta por la picadura de una serpiente mientras huía del rijoso Aristeo, quien trataba de violarla-, el sonido de su lira ablandó los corazones del viejo amargado Caronte, del perro Cerbero y de los tres jueces del Tártaro. Hades se sintió tan conmovido que incluso permitió que Eurídice volviese al mundo superior con su esposo, quien la guió con el sonido de su lira. Desgraciadamente, Orfeo desobedeció –tal vez por desconfianza-, la condición de que no debía volver su mirada para ver si ella le seguía hasta no estar ambos de regreso en la tierra y, en consecuencia, la perdió de nuevo, esta vez para siempre.

Tras la decapitación de Orfeo por las Ménades tracias de Dioniso, la lira siguió navegando hasta la isla de Lesbos. Más tarde, los dioses decidieron ponerla en el firmamento como una constelación.

Janial 

 (R.G.:28.a) Orfeo… fue el poeta y músico más famoso de todos los tiempos. Apolo le regaló una lira y las musas le enseñaron a tocarla, de modo que no sólo encantaba a las fieras, sino que además hacía que los árboles y las rocas se movieran de sus lugares para seguir el sonido de su música.

(R.G.:28.g) (Tras ser muerto y desmembrado por las Ménades), la cabeza de Orfeo fue guardada en una cueva de Antisa, consagrada a Dioniso… La lira de Orfeo había ido también a la deriva hasta Lesbos y había sido guardada en un templo de Apolo, por cuya intercesión y la de las Musas fue colocada en el cielo como una constelación.

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