El tirso de Dioniso era un báculo de madera recubierto de ramas de
hiedra y parra y en cuya punta se ensartaba una piña. Su ejército de Ménades
o Bacantes enloquecidas lo llevaban siempre al combate con ellas y
también durante las fiestas en honor de su dios. El poeta Juan Eduardo Cirlot
veía en el tirso, por razones obvias, un símbolo fálico. La piña de abeto que
remataba el palitroque sería así el glans
penis. Duele de sólo pensarlo.
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