El báculo de Apolo, un cayado de oro con que en un tiempo reunía su
ganado, acabó en manos de Hermes, quien se convirtió así en el dios de vaqueros y
pastores, por medio de un trueque entre ambos dioses. Hermes, a cambio, le entregó a Apolo una zampoña hecha con algunas cañas que
había cortado.
(R.G.:17.e) Mientras las vacas hambrientas pacían, Hermes cortó unas cañas, hizo con ellas una zampoña y tocó otra tonada. Apolo, complacido…, propuso:
-…sí me das esa zampoña yo te daré este cayado de oro con el que reúno mi ganado, y en el futuro serás el dios de todos los vaqueros y pastores.
- Mi zampoña vale más que tu cayado –replicó Hermes-, pero haré el trueque si además me enseñas el augurio, porque parece ser un arte muy útil.
Janial
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